Curiosidades sobre el chile en polvo y su consumo
Uno de los alimentos omnipresentes en la comida mexicana es el chile, que se encuentra prácticamente en todas las alacenas de las cocinas de México, pues no puede faltar en los guisados, en los tacos, las salsas o los bocadillos, pues hasta los niños acostumbran acompañar sus botanas o frutas con un poco de chile en polvo para darles un mejor sabor.
Hasta hace unos años, se creía que el origen del chile se remontaba a los aztecas y que los guisos picosos más antiguos databan de dos mil años de antigüedad; sin embargo, nuevas investigaciones arqueológicas encontraron que las variedades picantes de los pimientos del género Capsicum, el nombre científico del chile, comenzaron a domesticarse alrededor de 4,100 años antes de la era de Cristo en lo que actualmente es la zona suroeste del Ecuador. Se han encontrado microfósiles de almidón en molinos de mano que se utilizaban por dichas civilizaciones para cocinar sus alimentos; estos microfósiles se identificaron como chiles picosos y se molían con maíz para crear harinas enriquecidas y nutritivas.
Este se ha identificado como el primer origen de los chiles en polvo; la sofisticación de las técnicas agrícolas por parte de nuestros antepasados precolombinos consiguieron crear diferentes tipos de chiles y otros cultivos endémicos, que tras la conquista, se extendieron por el mundo hasta estar presentes en las cocinas regionales europeas y asiáticas.
A pesar de que el chile tiene su origen en tierras ecuatorianas, se considera que es endémico de México por la enorme variedad de chiles silvestres que proliferan en las distintas regiones mexicanas; además, los mexicanos convertimos al chile como parte esencial de la gastronomía, ya que para muchos es impensable comer sin la picante presencia de una salsa; incluso en las antiguas crónicas del fraile Sahagún, indicaba irónicamente que los indígenas no podían prescindir del chile para comer, ya que sentían que no estaban comiendo.
Cuando Cristóbal Colón llegó a tierras americanas, buscaba encontrar pimienta negra, la codiciada especia de la época, pero en lugar de ella encontró el chile picante y los llamó pimientos de forma errónea; al regresar a España, el chile se popularizó rápidamente y llegó al Medio Oriente, África e India tan rápido, que incluso algunos africanos e indios afirmaron que el chile tenía origen en sus dominios, olvidando su verdadero origen americano.
Por otro lado, el chile no sólo aporta picor a las comidas, sino colores, aromas y sabores, especialmente en los platillos creados durante la Nueva España, con creaciones prodigiosas de la gastronomía española e indígena, con platillos como el mole, los chiles en nogada, entre muchos otros, que utilizan variedades como el chipotle, el chile ancho, pasilla o mulato.
Curiosamente, las variedades de chile de menor tamaño son las más picosas debido a la enorme cantidad de capsaicina que contienen; tal es el caso del chiltepín, del chile habanero y del serrano. Podemos encontrar chile en polvo de estas y otras variedades para aderezar los alimentos del plato personal, especialmente cuando tenemos niños en casa, adultos mayores o personas con poca resistencia al picor del chile, ya sea porque no les gusta o porque les provoca irritaciones en el estómago.
El picor del chile depende de la especie a la que pertenece, del lugar donde se cosechó y de los niveles de capsaicina que contiene, esta sustancia se produce en las venas de los chiles y, al momento de consumirse, no sólo nos causa picor, sino que provoca que el cerebro produzca endorfina, que a su vez emite las señales de placer que nos hacen comer más picante, sin importar lo mucho que nos enchilemos. Por esta razón, el consumo de chile llega a ser adictivo.
Encontramos chiles verdes, rojos o amarillos, de sabores dulzones o muy picosos y podemos comerlos frescos o enteros, en platillos como chiles rellenos o en rajas o picados, que también acompañan a las diferentes salsas (como la pico de gallo); también es común utilizarlos como condimentos para licuarse con otros vegetales, como tomates rojos o verdes, en conservas naturales con aceite de oliva y vinagre o chile en polvo, con sal y limón para sazonar instantáneamente las botanas dulces o saladas.
El chile más comúnmente utilizado en polvo es el piquín o chile del monte, que también es conocido como el más antiguo de todos los chiles conocidos; este se encuentra de forma silvestre y es el favorito porque no irrita el estómago, no es tan picoso y tiene un sabor muy agradable. Lo encontramos incluso en las calles, siendo frecuente en los puestos de elotes, de fruta picada, de jicaletas (jícamas ensartadas en palos de madera para paletas) en las que incluso se les agrega un colorante al chile en polvo para obtener paletas coloridas y picosas.
En general, las especias y los condimentos forman parte de los alimentos recomendables para mantener una alimentación saludable y balanceada; por su parte, el chile en polvo es una fuente natural de hierro, ya que encontramos este mineral, por cada 100 gramos de polvo de chile, 15 miligramos de hierro; esto implica que por cada cucharada de este ingrediente en nuestros alimentos, tendremos un poco más de dos miligramos de hierro.
Es común que el consumo de chiles en polvo se acompañe con frutas, hortalizas o vegetales, así como carne y limón, por lo que es un aliado para las dietas, aunque estemos en un régimen para perder peso; si combinamos los alimentos mencionados anteriormente, podemos tener preparaciones ricos en hierro, siendo un mineral del que necesitamos un mínimo de ocho miligramos diarios.
Ahora ya lo sabes: consumir chile tiene grandes beneficios para tu salud y organismo, además de tener alimentos con mucho sabor, color y un gran aroma podemos mejorar nuestra salud consumiendo chile en polvo, que además nos provee para mejorar el sabor de nuestros snacks saludables.
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